CARMEN SANTOS Y SU ESTELA VANGUARDISTA:
pintura, objetos y obra gráfica.
ALFONSO PEÑA
Entre la múltiple obra de Carmen Santos (San José, Costa Rica, 1925-2002) –dibujos, cuadros de mediano y gran formato, esculturas y objetos artísticos– hay que mencionar también la obra gráfica, y la siderurgia.
Carmen era una creadora innata. No tenía método de trabajo, ni utilizaba “maquetas” para organizar su creación; podía pasar de la elaboración de una pieza de orfebrería, a la creación de un “imponente” polímero blanco con listones negros, o una pieza trabajada con resinas y metales. Su campo de acción era amplio y en diversos ámbitos. Desde el inicio, de nuestra amistad, vislumbré y pude conocer su labor asombrosa.
Santos, construyó un lenguaje propio, con retazos de memoria, lúdico y simbólico, de grafismos dominantes. Su pintura es como un vasto amanecer auroral, una iluminación de territorios inexplorados, brochazos cósmicos, trazos poéticos e informales.
Santos, en su permanencia en La Gran Manzana, investigó con profundidad las técnicas con el polvo de mármol y los residuos orgánicos minerales. En sus creaciones, destacan las superficies irregulares, los planos matéricos y las lajas y senderos ceremoniales, las láminas de pedrería, los vastos desiertos polares, los glaciares o las galaxias lumínicas.
Los heridos y los fallecidos, de las batallas atroces, llegaban por centenares a los hospitales de la ciudad. Testigos confiables, aseguran, que Carmen, destacó, en el oficio de enfermera. Conociendo, sus dotes de gran humanista, no es para nada gratuito, ese testimonio.
Después de la guerra, Carmen, se acopló al contexto neoyorquino. Su pintura se reafirmó y optó por las formas geométricas abstractas. Sus grandes formatos –gigantescos–, nunca llegan a un final previsto, están en continuo cambio. Son metáforas de la libertad creativa y “un modo personal” de percibir la realidad.
A comienzos de los sesentas, Carmen Santos, se trasladó a Ciudad de México. Como muchos “andariegos y exiliados” del siglo XX, encontró en la capital mexicana, una buena acogida y mucha solidaridad de colegas y artistas de México y otras nacionalidades.
Hay que imaginarse a Carmen, integrada al medio artístico azteca de esos años. Su creación, se emparentaba con las nuevas tendencias, que se alejaban de la huella de los “Tres Muralistas”; es decir, los integrantes de la Generación de la Ruptura (José Luis Cuevas, Manuel Felgueréz, Gironella y Vicente Rojo, entre otros).
Sus ensambles, sus obras matéricas y texturadas, sus fusiones siderúrgicas, calzaban certeramente, con lo que alentaba la nueva sensibilidad mexicana.
Durante los años que habitó en la “Ciudad de los Palacios”, Carmen, tuvo una gran interacción y reciprocidad, con diferentes maestros mexicanos y extranjeros refugiados en México. Con muchos de ellos expuso de un modo colectivo, pintura, escultura y obra gráfica:
Primera Bienal Interamericana de Pintura y Grabado, Museo Nacional de Bellas Artes, 1958;
Primer Salón Nacional de Pintura, Museo Nacional de Arte Moderno, 1958;
Segunda Bienal Interamericana, Museo Nacional de Bellas Artes, 1960;
En ciertas ocasiones, entre café y café; o alrededor de una sobremesa, Carmen Santos, me refirió algunos episodios interesantes. Recuerdo, cuando en una tarde intensa, me habló de Vicente Rojo, de Vladi, de Carlos Mérida, Rufino Tamayo, entre otros. Expresó que tuvo la suerte de encontrar personas (artistas) muy afables y llenos de gran sensibilidad artística. Santos, les tenía un gran agradecimiento y además valoraba, a algunos, por ser excelentes creadores y por ser “exiliados políticos”, que encontraron asilo en México, al escapar, de los horrores del franquismo español y de otras dictaduras. Carmen Santos, vivió su exilio voluntario.
Carmen, transitó por la senda de la escultura en metal. Sus obras fundidas en metales, son admirables y lúdicas. Son fusiones de un soporte impecable. En más de una ocasión, la observé, trabajando con el soplete y la fibra de vidrio, (en su taller de Escazú); esos, eran instantes prodigiosos. En Nueva York, Ciudad de México y San José, hay evidencias de su trabajo: murales forjados en metal y fibra de vidrio; o las afamadas “Lámparas Santos”, impecables artefactos artísticos… Un día de tantos, Carmen, me obsequió una lámpara maravillosa…
A mediados de los noventas, Carmen Santos, se evaporó, del medio artístico costarricense. No se le volvió a ver en los “vernissages”, las tertulias, el teatro, los restaurantes de San José y Escazú, o en compañía de su amiga, la cantante Julita Cortés, que la visitaba, después de realizar sus giras internacionales con los Machucambos.
A nosotros, nos extrañaba, la ausencia de sus composiciones, sus últimas obras “blanquecidas”, con enormes soportes y densas capas de óleo y acrílico. Su conversación poetizada y sus anécdotas matizadas de la “Estética del tocador”.
El artista Mario Maffioli, organizó en 1998, la muestra Abstracción en Costa Rica, en la Galería Andrómeda; trabajamos con un equipo muy profesional y uno de los requerimientos y proyecciones fue invitar a Carmen Santos, como iniciadora y gestora de ese movimiento artístico en el país.
Después de muchos intentos y búsquedas infructuosas, una voz amiga, nos dijo, donde la podíamos hallar.
Una mañana invernal, la visitamos en barrio Escalante. Estaba confinada, en una Casa de Salud. Nos recibió con alegría y naturalidad admirable. Nos contó de sus “desdichas” y después de un diálogo vivaz, acordamos, que ella participaría en la exhibición. La muestra estuvo configurada con obras de 10 artistas abstractos y fue un éxito.
Esa faena, le insufló a Carmen Santos, un segundo aire. La invitamos a participar de las ediciones gráficas del Taller de la imaginación, y durante un extenso año, nuestra artista, participó de un modo activo: creó un portafolio de Obra Gráfica, y compartió su conocimiento, con artistas amigos, el editor y el maestro impresor.
Sus creaciones en la técnica de la Serigrafía, las puedo analizar, como ejercicios llenos de soltura y poesía. Son desplazamientos atmosféricos, viajes astrales, homenajes simbólicos al metate, a la grafía ancestral mesoamericana. Por mi mente, desfilan esas creaciones compensadas, coordenadas dinámicas, sobrevuelos líricos, ofrendas a la naturaleza, al paso existencial del ser humano, por la tierra y el espacio. ¡Habitantes del cosmos!
La última vez que vi a Carmen (antes de su despedida final), fue en una amplia avenida josefina. La observé, ascendiendo a un automóvil azul en marcha, acompañada de dos mujeres muy bien ataviadas. Carmen, firme, en su faz y su atuendo: sombrero de ala ancha, huipil blanco con incrustaciones nacaradas, falda larga y negra, y un conjunto de abalorios, y sortijas de pura platería… ¡Adeus, amiga!
UN CÓCTEL EFERVESCENTE:
CARMEN SANTOS Y LAS RAÍCES DEL MAGMA:
abstracción, siderurgia, pintura matérica.
La artista Carmen Santos, fue una figura trascendente en la escena del arte del siglo XX. Su andarivel y “tinglado artístico”: Nueva York, Ciudad de México y San José. Al cumplirse 13 años de su triste despedida, la revista Matérika y su equipo de colaboradores, queremos, –justo y oportuno–, rememorar su vida de artista, su obra pluridimensional, su legado, sus vivencias y su maestría.
Convidamos a tres creadores contemporáneos, –que fueron sus cofrades, discípulos y amigos–; ellos, con gran distinción y regocijo, aceptaron contestar el cuestionario que les formulamos. En el texto que presentamos a continuación, los escucharemos discurrir, sobre aspectos inéditos, imágenes consecuentes, búsquedas existenciales, retazos de humor. Todo alrededor de la creación proteica de Carmen Santos.
Démosles, pues, la palabra.
ENTREVISTA REVISTA MATÉRIKA Y OTTO APUY
En esta conversación, abordaremos, una artista, rupturista y osada: Carmen Santos. ¿Cómo la situás vos, conociendo su tránsito en los cincuentas y sesentas, por urbes y centros artísticos como Nueva York y Ciudad de México. ¿Su huella en el arte centroamericano y latinoamericano?
OTTO APUY: Cuando regresé de Barcelona, (la segunda vez, 1986), conocí a Carmen Santos y me extrañó que antes, yo no tuviese referencias de ella. Desde luego, me impresionó su obra de gran formato y abstracción geométrica; quizá un poco en boga en la recreación constante, que se hacía y se hace de la geometría. Yo me preguntaba: ¿cómo puede pintar alguien así de excelente, siendo una desconocida, en nuestro medio? Tampoco encontraba referencias de su generación en el país –no por estilo geométrico, que los había–. Aparte de su obra, Carmen, tenía también, su carácter especial: moderno, mujer desprovista de atavismos y casi contemporánea de las generaciones recientes. Curiosamente, en esos años de su vitalidad adulta mayor, coincidía con Virginia Grüter, en la poesía y el arte visual, como dos grandes mujeres intelectuales, de pensamiento lúcido y con gran amor al arte.
Carmen Santos, era linda, se ponía flores en su cabello, lucía blusas de algodón y se pintaba los labios –tan rojos como sandías–. Tenía voz de cuenco, sonido que caracteriza a las hadas experimentadas, pero en el fondo, era una niña eterna, con su pincel que era una espátula atrevida, en su juego libertario matérico, que es su legado, a lo sensorial de su creatividad inteligente.
¿Cuál fue la relación que mantuviste con Carmen Santos y si nuestra artista, influyó en tu creación y vida y en tu posterior desarrollo como artista? Crees que podemos hablar de un legado, una ética, en su creación, que estaba edificada con diversos rudimentos: la abstracción, los elementos matéricos, una “poética de la realidad paralela”, y su ruta luminosa y solitaria de artista comprometida con su obra.
¿Vos considerás que Carmen Santos, es una artista del “underground latinoamericano” del siglo XX y los primeros años del siglo XXI?
Es muy difícil decir que Carmen era “underground”, porque es un término siempre acuñado a los jóvenes activos en los recientes movimientos y dentro de un contexto, pero entiendo la metáfora. Carmen se acercaba a “eso”, por su obra inusual en una artista de su edad, pero no profesaba directamente su filosofía. Es interesante, ya que su abstracción había dado su mejor momento, y a nivel geométrico y en escala latinoamericana ya había maestros con sus lugares y estereotipos. ¿Por qué Carmen, no estaba, entre los grandes abstractos, ticos o mexicanos? Eso es muy difícil de explicar, y nos obliga a pensar siempre que se trata de no tener galerías que nos apoyen, o políticas internacionales de arte, o quizá, el machismo imperante. Había algo en Carmen que no la “hacía estar” y soy de la opinión, que no se trataba de la distancia. ¿Serían las referencias de su obra, más bien, propias de un hombre?, es decir: formatos muy grandes, texturas muy fuertes y colores de tierra. ¿Sería por esto?
Junto a otros artistas, como Max Jiménez, Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Ninfa Santos, Disifredo Garita, Carlomagno Venegas, para nombrar unos cuántos, ¿cómo podemos “entender” y “justificar” el desdén y el “ninguneo” hacia sus obras. Me parece que en toda esa actitud, existe mucho de maledicencia y arrogancia colonial… ¿Tu opinión?
No conozco, o no recuerdo, la obra pictórica anterior, de Carmen, que me pueda explicar su desarrollo pre–abstracto, o pre–geométrico. Sin duda alguna, su pintura está influenciada por México, más que por Costa Rica, y quizá, el único pintor costarricense, que se le acerque sea Manuel de la Cruz González, con sus lacas geométricas.
La veo con sus ojos egipcios, su hermosa cabellera, que le lucía, recogida o suelta. En muchas de sus pinturas, tenía el color de sus cejas, y la notable ausencia de los rojos fuertes, ¡toda una época!
Al hablar con Carmen Santos, uno entendía, que había detrás de su obra, y no era muy complicado; aunque en el fondo son filosofías muy amplias: una gran memoria de las paredes y el resultado poético de vivir entre ellas, y la libertad ansiada, que había buscado toda su vida. Como mujer y “artista contestataria”, ante la obra decorativa, libertad de trazo y de contenido, más telas enormes y cantidad de polímeros y pigmentos naturales, no podría ser esto más que su felicidad. Ella fue feliz pintando, lo que siempre había querido, y poco le importaba si era reconocida, o no, lo que buscaba, era ser amada como artista, y lo fue, por eso, era como una fuente de juventud eterna, el gran espíritu del arte abstracto, porque no hay expresión más espiritual...
Sobrevivirá al olvido, al moho, a la ceguera, su “notable ejemplo” y su obra adelantada y vanguardista, ¿Es una artista del futuro?
En los tiempos actuales, parece que no va a tener mucho futuro, aunque siempre, se tiene la idea, de que el tiempo repara y rescata. Lo que es muy probable, es la investigación de su obra y la época, y la suerte de contar con alguien que le de la debida importancia a nivel nacional; por ejemplo, una profunda curaduría y una exposición retrospectiva. Por ahí, se debería comenzar; bueno, debo hacer una excepción: –este dossier monográfico, ideado por la revista Matérika–, es un buen principio para iniciar su rescate.
OTTO APUY, Cañas, Costa Rica, (1949). Artista visual, escritor, ceramista, instalador. Ha realizado una cantidad importante de exposiciones individuales en Europa, Latinoamérica y Usa.
ENTREVISTA REVISTA MATÉRIKA Y MARIO MAFFIOLI
En esta conversación, abordaremos, una artista, rupturista y osada: Carmen Santos. ¿Cómo la situás vos, conociendo su tránsito en los cincuentas y sesentas, por urbes y centros artísticos como Nueva York y Ciudad de México. ¿Su huella en el arte centroamericano y latinoamericano?
MARIO MAFFIOLI: Yo conocí a Carmen Santos, a mediados de los noventas, aunque su carrera y su creación, siempre la tuve muy presente, a través de sus imágenes maravillosas, que ella nos legó. Carmen fue la artista que convirtió el arte “en un estilo de vida”. Hay que hacer una salvedad, quizá este sea uno de los puntos, en que más influyó en el desarrollo como artista, y en la manera como ella la percibía; quizá, ahí está, la influencia que ella ejerció en mi obra posterior.
Quiero recalcar, que hay una gran diferencia, en lo que se refiere a ser un pintor, y ser un artista. Carmen Santos, era una gran artista. Ella llevaba el concepto del arte más allá, metafísicamente, en un sentido, no solo en el momento de plasmarlo en el lienzo, o a la hora de trabajar sus objetos… sino que ella en su pensamiento, siempre estuvo fuera de la realidad, de su medio, del medio costarricense, ella siempre, vio algo más allá… Su obra, representa un gran legado y es uno de los pensamientos más fuertes y puros, dentro de la abstracción, en el siglo XX, en nuestro país y en Latinoamérica.
¿Vos considerás que Carmen, es una artista del “underground” latinoamericano del siglo XX y los primeros años del siglo XXI?
Hay ciertos artistas que aunque tengan su presencia y su dominio, en las diferentes sociedades, siempre están al margen… Cito a César Manrique, en la Isla Lanzarote, que creó su proyecto artístico de una manera independiente. Carmen Santos, fue una artista abstracta, matérica, diversificada… ella supo colocar el arte en su momento, dentro de una vanguardia, que era y es muy importante.
Junto a otros artistas, como Max Jiménez, Eunice Odio, Yolanda Oreamuno, Ninfa Santos, Disifredo Garita, Carlomagno Venegas, para nombrar unos cuántos, ¿cómo podemos “entender” y “justificar” el desdén y el “ninguneo” hacia sus obras. Me parece que en toda esa actitud, existe mucho de maledicencia y arrogancia colonial…
Carmen Santos, fue una artista profundamente concentrada y fiel dentro de su pensamiento, de su creación, de su momento, ella, no fue una artista mediática, no fue una artista del “gran boom”, ni le interesó estar dentro de la “historia del arte”, no le interesó “lo comercial”, más bien convirtió el arte en su “estilo de vida”, su libertad, valía más que cualquier premio o reconocimiento. Para ella, desempeñarse como una artista dentro de un mundo, en que lo “destacado es lo que vale”, fehacientemente, para ella, eso no era lo importante. A Carmen, le interesaba su arte, su expresión y su manera de vivir.
¿Cuál fue la relación que mantuviste con Carmen Santos y si nuestra artista, influyó en tu creación y vida y en tu posterior desarrollo como artista? Crees que podemos hablar de un legado, una ética, en su creación, que estaba edificada con diversos rudimentos: la abstracción, los elementos matéricos, una “poética de la realidad paralela”, y su ruta luminosa y solitaria de artista comprometida con su obra.
Carmen Santos, fue una artista libre, que nunca le interesó, pertenecer al estado oficial, al arte oficial, ni pertenecer al medio, ni estar alumbrada por “los noticieros tipo CNN”, sino sencillamente, ella, como los grandes artistas del siglo XX, crearon en silencio, tuvieron sus grandes momentos, sus grandes exposiciones… Pensemos, en la vida de ella en Nueva York, en México, su interacción con grandes artistas universales como Diego Rivera y Rufino Tamayo… Todo eso la convierte en un “icono”, y un punto de partida importante, para el estudio del arte del presente siglo en nuestro país, Centroamérica, Latinoamérica...
Sobrevivirá al olvido, al moho, a la ceguera, su “notable ejemplo” y su obra adelantada y vanguardista, ¿Es una artista del futuro?
Como los grandes artistas –y Carmen Santos lo era–, me parece que a su debido tiempo y momento, su obra será comprendida y valorada en toda su esencia. Mientras tanto, debemos estar alegres de saber que la tuvimos y la tenemos, como amiga, como pasajeros que vamos en el mismo tren: el camino del arte. Estoy seguro que habrá un re-florecimiento de su obra; Carmen es una artista del presente/futuro.
MARIO MAFFIOLI, San José, Costa Rica (1960) Artista visual, escultor y gestor cultural. Se han publicado varios libros, sobre su obra, decididamente abstracta. Expone con regularidad en Europa, Usa y Latinoamérica.
ENTREVISTA REVISTA MATÉRIKA Y GERARDO GONZÁLEZ
En esta conversación, abordaremos, una artista, rupturista y osada: Carmen Santos. ¿Cómo la situás vos, conociendo su tránsito en los cincuentas y sesentas, por urbes y centros artísticos como Nueva York y Ciudad de México. ¿Su huella en el arte centroamericano y latinoamericano?
GERARDO GONZÁLEZ: Cuando yo me di cuenta, Carmen Santos, estaba “hecha y derecha” parada frente a mí. Curiosamente, –al principio–, conocí a Carmen, no como artista, sino como cómplice y compañera en un grupo de amigos con Danubio Castro y el pintor José Alberto Berrocal (puedo afirmar que Berrocal es otro de los pintores marginales, “olvidado”, “desconocido”, y al mismo tiempo un pintor grandioso con su obra abstracta…) Berrocal, me presentó a Carmen Santos y para mí fue una gran sorpresa, no solo me encontré con una mujer de una personalidad fuerte y firme, sino también una gran pintora, que me hablaba de los grandes pintores mexicanos, “Los Tres Muralistas” y los abstractos mexicanos. Ella era una artista que se había desenvuelto en Nueva York, Los Ángeles, California, y que tenía una serie de conexiones y contactos sorprendentes. Estoy convencido que es una notable artista centroamericana y latinoamericana, con una creación fuera de serie…
¿Vos considerás que Carmen, es una artista del “underground” latinoamericano del siglo XX y los primeros años del siglo XXI?
A mi modo de entender la metáfora del desarraigo, creo que Carmen fue una especie de “gitana”, anduvo y convivió en los diferentes centros artísticos, y por su carácter y su espíritu crítico, no logró engancharse del todo, y siempre fue vista como una “ave rara”… Imagínate el machismo de esos años (y aún hoy, continúa semejante…), atreverse a llevar adelante un proyecto como el suyo, en un mundo dominado por los hombres… ¡Eso era inconcebible! Quizá, en ese punto podemos hablar de que era una artista marginal, “underground”… Ella, nunca dejó de ser una disidente, era mordaz y crítica contra el sistema y eso no se lo perdonaron… No obstante, (a pesar de los pesares) ella consideraba que lo más importante era su creación, por encima de todo…
¿Cuál fue la relación que mantuviste con Carmen Santos y si nuestra artista, influyó en tu creación y vida y en tu posterior desarrollo como artista? Crees que podemos hablar de un legado, una ética, en su creación, que estaba edificada con diversos rudimentos: la abstracción, los elementos matéricos, una “poética de la realidad paralela”, y su ruta luminosa y solitaria de artista comprometida con su obra.
Carmen Santos, no era solo una artista excepcional, también era “una herrera”, en el tiempo de la herrería y la metalurgia. Ella tenía su taller donde creaba unas lámparas estupendas, y también hacía fusiones de objetos artísticos: muebles, vitrales, arte objetual… y dejó un legado trascendente, de hecho en Escazú, todavía se puede ver el rótulo de “Lámparas Santos”… Ella les heredó sus conocimientos, sus métodos investigativos artesanales y artísticos, sus discípulos continúan con sus enseñanzas…
Cuando la conocí ella trabajaba obras abstractas y matéricas, un informalismo personal y que se salía del molde y los preconceptos… La mancha, los grafitos, ella, los utilizaba y los ponía en función de elementos estéticos de la composición: el color, la armonía en un cuadro; eso fue uno de los legados que ella me transmitió, me hizo ver que no necesitaba el dibujo, o el elemento figurativo para lograr un espacio bello y armónico.
Las enseñanzas que ella me dio, –de los regalos más grandes que he obtenido de otra persona–, fueron los consejos prácticos para poder aceptar esta sociedad con todas sus injusticias y todo su desequilibrio hacia los creadores. Me hizo ver que debería integrarme de una manera más armónica en cuanto a los desacuerdos que he tenido siempre con las políticas culturales que manejan los “administradores de cultura”, –siempre he estado en desacuerdo y en disidencia– pero ella me hizo ver que no valía la pena enfrentarse… Que todos los tiempos siempre fueron así, siempre los artistas encuentran obstáculos con las estructuras políticas, económicas, religiosas y de pensamiento, y más bien debemos adaptarnos a ellas y hacer nuestra obra, sobreponiéndonos a todos estos obstáculos y sus diferencias… Eso me abrió el camino para comenzar mi serie de “Los encuentros”, la enseñanza de Carmen, la canalicé de ese modo… Encuentros de dos formas vegetales, encuentros, que hoy en día, me llevaron a la abstracción y es gracias no solamente al pensamiento y a la actitud personal que yo debía tener en la sociedad, sino también en cuanto al planteamiento de mi obra y a las enseñanzas estéticas que Carmen me legó, el camino que ella me iluminó…
Sobrevivirá al olvido, al moho, a la ceguera, su “notable ejemplo” y su obra adelantada y vanguardista, ¿Es una artista del futuro?
Carmen Santos está viva, por ejemplo, en mi persona, ella sigue manifestándose a través del conocimiento que me legó, no solo en el campo plástico, sino en el campo puramente emocional y ético. Ella es una especie de “hada madrina”, la que llegó a mi vida a darle un toque formal, estructural. En relación con su obra, estoy seguro que los administradores de cultura, los curadores internacionales, los coleccionistas, son los que se van a encargar de perpetuar su obra… En algún momento, “un arqueólogo” vendrá a rescatarnos, a todos los olvidados, como a Carlo Magno Venegas, a Disifredo Garita, a José Alberto Berrocal, y a tantos otros artistas, que en algún momento, tuvieron su participación y su importancia.
GERARDO GONZÁLEZ, Puntarenas, Costa Rica (1947). Pintor, dibujante, fotógrafo, artista gráfico. Su obra está representada en importantes colecciones de Europa, Usa y Latinoamérica.
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