Entrevista de Alfonso Peña
ALFONSO PEÑA: ¿Cómo fue tu primer encuentro con la escultura?
LEDA ASTORGA: Me encontré con la escultura cuando entré a estudiar a la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica. Curiosamente fue un “amor a primera vista”; quedé impactada por la forma, por los relieves, las texturas... A pesar de ese feliz encuentro, me costó bastante lograr el arranque. Hice mi investigación de lo que quería crear en escultura con una veta maravillosa que es el “cotidiano vivir”. Me llamaba la atención ver a los transeúntes, a los vendedores de lotería, vendedores de bisutería, a las mujeres con sus atuendos y sus aretes, y su lápiz labial y los looks que estaban de moda... De pronto comprendí que estaba colmada de imágenes de la cotidianidad, de lo que vivía todos los días. No tuve que rebuscar demasiado para darme cuenta de que mi “banco de iconos” estaba en lo que observaba todos los días. A partir de ahí integré muchos de esos elementos y desarrollé mi propio imaginario. Desde el inicio opté por las formas no idealizadas, o sea, con dimensiones que correspondieran con lo que yo observaba todos los días. Quería hacer un trabajo diferente. Desarrollé por un par de años esa línea de trabajo, principalmente en mi investigación de taller. Ya en el último año de la Escuela estaba segura de lo que quería llevar a cabo y sabía con certidumbre lo que estaba creando...
Aquel mismo año la censura te “reprueba” y te “descalifica”; te conmina a que te dediques a cualquier otra cosa, menos a “ hacer escultura”. Sería bueno que nos clarifiques esos conceptos.
El jurado que calificò mi exposiciòn me llamò la atención (o sea, me aplazò); me dijeron que la escultura no se puede pintar y que tampoco debe tener humor y que las figuras no podìan ser desproporcionadas y gordas. Imagínate, en aquel momento me sentía como una bandolera, una delincuente... Aquello fue una experiencia muy dolorosa; sin embargo, yo estaba muy segura de mi camino y nadie me iba a decir cómo tenía que crear mi obra plástica.
En diferentes ocasiones hemos abordado la conversación en torno a la elección de tu temática. Conociendo las barreras estéticas e ideológicas con respecto al tiempo que nos toca vivir, ¿cómo es que vos te atrevés a nadar contracorriente y te sumergís en la aventura de esculpir y pintar gordos y gordas? Hubiese sido más complaciente adoptar lo fashion: cuerpos estilizados, esfinges de plástico, mujeres de celuloide...
Desde el inicio estaba muy clara de lo que quería hacer. Lo que más me interesó fue la figura humana y los muy diversos modos en que puede ser tratada. Yo me incliné por trabajarla como a las personas que observaba todos los días en las calles de San José o por cualquier lugar por donde anduviera, y no limitada por aquellas que vemos –por lo general– en las telenovelas y en los anuncios subliminales de la TV. Una vez asistí a un té y me encontré con “La tía”. A partir de ahí, ella se configuró como uno de mis personajes más emblemáticos. Es fascinante. Fue el inicio de mi temática. Ella era de un nivel social alto y era una mujer muy simpática, de pequeña estatura, con una gran espalda y de piernas cortas y llenas de ratones, creo que para disimular sus “defectos” usaba zapatos con tacones enormes y llevaba puesta una vestimenta muy elegante y atractiva; llamaba la atención su enorme peinado y la parafernalia que consistía en el uso de collares y anillos y pendientes y joyas de todo tipo... Realmente era una mujer glamorosa... No le quité los ojos de encima, me encantó su personalidad... Me enloquecí con ese personaje. Al día siguiente, en mi taller, la modelé. Cuando la vi terminada me di cuenta de que estaba conectada con el personaje. A mí la verdad que me impresionaba, pero al mismo tiempo comprendía que no correspondía con el tipo de belleza que se tiene en la actualidad. Poco a poco empecé a estudiar a otro tipo de seres humanos, recuerdo que en la antigua entrada al Parque de las Hamacas, frente a la Escuela Metàlica, me encontré con una vendedora de helados sorprendente.¡Era una gorda descomunal! Había que verla trabajando; ella raspaba el hielo con aquellos gigantescos brazos partidos engalanados por las estrías. En aquellos momentos me daban deseos de apretarle los brazos y tocarle los cachetes, era una mujer llena de humor y a cada momento soltaba unas explosivas carcajadas...
También la modelé y ahí está en mi “conjunto” de personajes. Lo mismo te podría contar de mi encuentro con un voluminoso hombre que era vendedor de lotería. Después de esas primeras vivencias empecé a mirar con otra perspectiva, podría decir que con otro sentido de la realidad. Ese fue el “clic” para trabajar mi temática: crear un estilo, un mundo personal.
Con el correr del tiempo se forma lo que podríamos llamar “la galería de personajes de Leda Astorga”.
Sí, es verdad. Con eso gozo bastante. Vieras que son personajes familiares. Ellos conforman mi familia. Algunas veces hasta sueño con ellos. Para dar un ejemplo, ahí tenemos a “La tía”; ella es una constante en mi obra, es como un icono que se repite consciente e inconscientemente. Con una recurrencia que a mí misma me asombra. Te voy a revelar algo que puede ser interesante: muchas veces “invoco” mis personajes, para expresar aventuras, vivencias, sueños, fantasías que en la vida real no puedo conseguir.
Es como conjurar tus fantasmas...
Exacto. Ellos muchas veces son “la pantalla ideológica” que me permite criticar y cuestionar muchas cosas con las que no me identifico. El sistema en que me he desarrollado y en el cual he vivido es un sistema lleno de tanto prejuicio que nos inhibe en muchos niveles: el sexual, el disfrutar de nuestro propio cuerpo; nos censura en el campo del desarrollo de nuestras propias ideas, porque siempre estamos reprimidos, frenados, obstaculizados por algo, por un poder invisible. Ese que dice: “eso no se puede hacer porque es pecado...”, “eso no se puede hacer porque va contra la moral...”, “eso no se puede hacer porque va contra la ley...” Entonces vienen las preguntas: ¿qué soy? ¿qué hago aquí? ¿cómo sería sin las prohibiciones y sin las represiones...? ¿sería un mejor ser humano sin todas esas limitaciones? Retomando el tema: mis esculturas llevan el signo, la marca de la libertad. Mis personajes disfrutan a plenitud su modo de ser.
Sin objeciones, sin apelaciones, se desprende de tu obra plástica que supone una crítica social directa y despiadada, acentuada con elementos e imágenes difíciles de digerir.
A mí siempre me apasiona el tema social. Incluso he trabajado algunas esculturas que tienen que ver con la deformación. La deformación que producen en los seres humanos las sectas religiosas. Sean éstas “oficiales” o con intereses metafísicos. La deformación es una línea permanente en mi trabajo, sea de índole formal o de esencia. Para los seres humanos todo esto es castrante. Incluso cuando trabajo en el tema, muchas veces reflexiono con una paráfrasis: “Dios, cuantos delitos se cometen en tu nombre...” La idea que tengo de Dios es totalmente diferente a la habitual. Las “ofertas espirituales” que hacen los encargados de manipular a las masas nada tienen que ver con el concepto que tengo de Dios. Para muchos lo interesante es el tráfico de almas. Para otros, manipulación, poder y dinero. He trabajado algunas obras cargadas de crítica social y religiosa, muy polémicas; en verdad, no me arrepiento de nada.
Tu obra está tatuada con mucho humor, un humor refinado que se mira tan sensual, tan erótico... Por ejemplo, en la serie de tus bailadores de bolero. Creo que sería valioso conocer cómo logras calar en ese ámbito...
Yo llego al humor orientada por la gente y por mì misma. Percibo muchas pistas para trabajar de este modo, para expresar vivencias con humor. Ya que estamos conversando alrededor del tema de los boleros, te digo que una de las cosas en las que más me ha encantado participar es en el ritual del baile. Eso es maravilloso, planear o ir a “vivir” la experiencia en un salón de baile , bailar y ver a las parejas bailando en un diapasón vertiginoso... o de pronto aceptar la invitación de algún desconocido para bailar un bolero. Es increíble cómo se mueven sus manos, cómo te tratan de llevar por todo el salón al ritmo de aquel bolero. Podríamos hablar de una gestualidad, de un asunto corporal tan especial, tan auténtico. Observar los cuerpos moviéndose al ritmo de la música, los sonidos musicales logrando que los “bailadores” se deslicen con gran soltura. Todo esto siempre me ha encantado y tengo vivencias muy fuertes en ese sentido. Podríamos agregar que nuestro pueblo maneja mucho humor en su lenguaje, en el modo de ver y “hacer” humor negro a costa del presidente, de los políticos, los futbolistas, la gente de la farándula, los periodistas, los personajes grises y los de guante blanco. Yo lo que hago es catar de ese conocimiento y trasladarlo a mis esculturas.
Muchos artistas no recurren al humor; más bien se encierran en un espacio abstruso; como que les da “pánico” el poder que tiene una sonrisa, una frase ingeniosa. ¿En tu caso, como te sentís en el bando de los artistas latinoamericanos que transitan en esta corriente?
No podría concebir mi escultura sin humor y sin el color. Desde mis inicios siempre fue muy importante, quizá por lo personal, que desde un principio quisieron modelarme a puro golpe de martillo, utilizando la amenaza, los temores y el rencor. Detesto todo eso en la sociedad en que me desenvuelvo. Me agrada que me planteen las cosas de una manera directa y que me haga reir o por lo menos sonreir, para poder reaccionar de un modo sereno; las cosas trazadas con humor pueden ser cosas muy serias y penetrantes, pero vos tenès una actitud relajada; aun más, por ese sendero va la raíz de mi propuesta. A mí me complace ver a mis semejantes sonreír; y saber que eso no se queda solo ahí, pues la risa y el humor, son algo muy serio y te ayudan a abrir las puertas a la reflexiòn.
Cuando estabas en la etapa de investigación de tu escultura y percibiste que tenías que pintar, colorear, supongo que tuviste que dar un “gran paso” en el momento en que decidiste aplicar el color a tus obras. ¿Podrías contarnos como fue el proceso?
La técnica de mi escultura es muy laboriosa, primero hay que hacer el modelado en arcilla, que siempre me pareció muy sugestivo y hermoso. Luego va el molde en yeso o silicón, en el cual se hace el vaciado; el terminado final es concreto con estructura o armadura de hierro y pintado al óleo o al acrìlico. Desde el inicio sentí la necesidad de aplicar el color. Recuerdo que al principio los tonos que utilizaba eran muy oscuros y grisáceos, hasta que un día de tantos hice una “autocrítica” y pensé que mi mente no era blanca y negra, que yo era una persona tropical, y en mí explotaron los colores vibrantes y atrevidos y fueron apareciendo los rojos y azules y verdes y naranjas...
Leda, con el correr del tiempo, muchos críticos internacionales, coleccionistas de tu obra, los que trajinan por los recodos del arte, sugieren, como haciendo un guiño, que tu obra plástica tiene vínculos y nexos con la del artista colombiano Fernando Botero. ¿Podrías hablarnos de esas inquisiciones?
Es verdad que eso me ha ocurrido y me ocurre en múltiples ocasiones. Te digo que aun siendo estudiante yo no sabía quién era Botero, hasta que alguna persona interesada en mi trabajo se acercó un día a mi taller y me dijo: “Usted debería buscar información acerca de la obra de Fernando Botero”. Aquella persona me puso en conocimiento de lo que el artista colombiano hacía, además de su fama y muchas cosas más. Transcurriría un buen tiempo hasta que llegó a mis manos un libro bellísimo conteniendo su pintura. En realidad, mi relación con Botero es mínima, tomando en cuenta que me parece un artista admirable. Ampliando el concepto: yo no siento que tenga influencia de ese artista, pues mi veta es la gente de la calle, mis personajes son los que deambulan por calles y avenidas, son seres de carne y hueso . Nunca he tenido que acudir a otro artista para desarrollar mi obra. Te voy a contar algo gracioso. Hace unos cinco años un amigo me enseño un catálogo de un artista mexicano de apellido Luna. Cuando lo tuve en mis manos, fue increíble la semejanza que aquellas imágenes tenían con las mías. Yo pensé: ¡“Uh, pero si son mis personajes”! Lo que creo es que en América Latina se da una especie de sintonía en la que navegamos diversos artistas. Recuerdo que una de las obras que estaban en el catálogo era una serie de gordos y gordas trabajados en escultura que conformaban una familia y el nombre de la obra era muy sugerente: “Los Delgadillo”, incluso hasta en el humor, el mexicano Luna, tenía connotaciones con mi trabajo.
Hace algunos años tu obra tuvo un amplio reconocimiento en Alemania; recientemente la República de Taiwán también te invitó a una gira cultural. ¿Qué experimentaste en ambas incursiones artísticas?
La experiencia vivida en Alemania fue muy beneficiosa, pues fuimos un grupo de escultores costarricenses. Si no me equivoco era la primera vez que los escultores nacionales hacíamos una muestra en conjunto fuera del país. Se llevó una selección de cada uno de los siete escultores. En total eran 35 obras de gran formato. La exposición se hizo en Lahr, en la Selva Negra. La iniciativa fue de Evangelina Aguiluz; ella, por medio de la fundación que creò en honor a su esposo, el fallecido escultor Hernán González, hizo las gestiones para que esta fundaciòn en coordinaciòn con una fundación alemana organizaran la muestra y que estuviera expuesta en un parque escultórico por varios meses. Durante esa experiencia, tuve la oportunidad de trabajar en el mismo parque. Aquello tenía una gran intensidad pues llegaban a verme niños, mujeres y hombres. Tuve la oportunidad de desarrollar una de mis esculturas de tamaño natural, aproximadamente de 180cm. Me encantó el hecho de que el público tuviera la oportunidad de observar todo el proceso de cómo se crea una de mis esculturas. La experiencia fue muy propicia.. Había que ver el interés que tenían aquellas personas de observar a una artista latinoamericana trabajando una de sus obras en vivo. Durante todo ese tiempo desfilaron cientos de personas.
Fui invitada por los amigos de Taiwán a un curso màs bien tècnico, especìficamente sobre confecciòn de moldes para uso industrial . Como bien lo sabemos ellos tienen una tradición muy fuerte a nivel de diseño en muy diversas tècnicas y materiales, sin embargo les gustaron mucho nuestros diseños, èramos 3 participantes por Centro Amèrica. Sentì que las nuevas generaciones están en una transición, pues quieren renovar sus propuestas en ese campo. Dentro de todas las cosas bonitas y maravillosas que allí viví, tuve la oportunidad de participar en un concurso de diseño. Yo me lo tomé con gran seriedad y presenté dos diseños. Imaginate lo que representa competir con artistas maravillosos como son los orientales. Me llevé la grata sorpresa de que gané el concurso. Ellos son personas tan amables, tan excelentes anfitriones, que siempre estaré agradecida por esa invitación.
En los últimos años se ha dado algún tipo de confusión por la nomenclatura, y también en la práctica, al tratar de definir la escultura y la instalación. ¿Cuál es tu posición?
A mí todas las diferentes expresiones artísticas me parecen importantes. Pienso que la instalación es tan válida como la pintura, el grabado, el dibujo, etc. Lo que siento es que una instalación no necesariamente es una escultura ni tiene un carácter escultórico. Me ha tocado ver instalaciones con énfasis en escultura y eso me parece muy importante, pues se está ante una renovación del lenguaje. También he visto instalaciones donde tratan de destacar otras técnicas como el lenguaje mediático y los recursos audiovisuales. De todas formas, yo defiendo la calidad por encima de todo, y aquí viene el problema, pues algunos artistas al hacer las instalaciones lo que hacen es confundir al espectador al hacer acopio de todo tipo de materiales y de propuestas extravagantes. Tendríamos que detenernos a pensar que no son los materiales los que determinan cual es una correcta pieza artística. Las instalaciones deben llevar una buena investigación y tener un basamento estético e ideológico; por ahí ves instalaciones que más bien se asemejan al “caos” espontáneo. Es en ese ámbito donde siento que hay peligro de “confusión” como en la misma escultura y la poesía y la literatura y la pintura. Considero que el arte es muy serio como para conformarse solo con lo espontáneo.
¿Has ensayado o incursionado en el ámbito de la instalación, o quizá has trabajado o aplicado el concepto de la instalación escultórica?
No he trabajado la instalación, aunque a nivel grupal he tenido algunas participaciones bastante interesantes. Quizá en esos proyectos nos acerquemos a la “performance”, “al trabajo de equipo” que, en muchos países, son como el fulminante para desarrollar instalaciones.
He escuchado por ahí, y esto no es maledicencia, que vos y un grupo de mujeres artistas por poco queman la ciudad de Cartago. ¿Cómo practicaron el encantamiento con “La quema del nuevo Judas”? ¿Podrías referirte a ese episodio?
Zulay Soto , en ese momento Directora del Museo de Jade del Instituto Nacional de Seguros nos invitó a la pintora Olga Dorado y a mì para que le ayudàramos en la organizaciòn de una exposiciòn con motivo de la celebraciòn del Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, en esa reuniòn surgiò la idea de hacer una actividad màs bien colectiva y de denuncia sobre el tema de la incomunicaciòn en una sociedad cargada por una enorme cantidad de medios de comunicaciòn. Convocamos a unas 20 mujeres y en conjunto preparamos el trasfondo teórico-práctico de la obra y la presentamos en el marco del Festival Internacional de las Artes (FIA), que se realiza cada dos años en Costa Rica. Lo que organizamos fue una “performance” que tenìa que ver con el mito judeo-cristiano y popular de la “Quema del nuevo Judas”. A lo largo de varios meses trabajamos en la organización de la misma y buscamos patrocinadores que nos apoyaran en el proyecto.
Yo presenté al grupo un boceto que fue aprobado para hacer una enorme escultura en papel, la cual podría tener unos 4 metros de alto por 4 de ancho aproximadamente. Durante semanas el colectivo trabajó con mucho entusiasmo. Estaba conformada por una armadura en madera y luego estaba forrada en papel pintado a mano, con decenas de galones de acrílico.
El tema central era el de la pareja. Era una pareja muy extraña. Deshumanizada, pues estaba totalmente incomunicada, aunque totalmente saturada de objetos "comunicantes". . El trabajo, como te podés imaginar, era muy crítico. Luego se preparó un testamento, que era una impugnación a la sociedad y sus jerarquías.
Los días de este Festival coincidían con el final de la Semana Santa y esto nos dio la clave para que el “montaje” fuera redondo. Se sabe que cuando la Semana Santa finaliza se quema al Judas. Esta tradición se mantiene vigente en muchas ciudades de España y de América Latina. Nosotros haríamos una parodia de ese acontecimiento histórico. Por eso fue que la denominamos “La quema del nuevo Judas”.
El ritual piromaniaco se llevó a cabo en la ciudad de Cartago. Una multitud asistió a la celebración. Fue tanta la habladuría y los temores, que de un momento a otro llegaron los bomberos; creyeron que verdaderamente la ciudad corría el peligro de ser consumida por las llamas. Todo esto le dio al “montaje” un revestimiento inusitado.
Como es costumbre, antes de quemar al Judas hay un desfile por las principales calles de la ciudad. Al son de los metales de una “cimarrona” y acompañados de muchos “adeptos” llegamos frente a la pareja. Frente a ellos se leyó el testamento. Y ante una gran expectativa se prendió fuego a la escultura del nuevo Judas. La algarabía fue total. Eran unas llamas imponentes que ondeaban en medio de una gritería y miles de luces multicolores que despedían los petardos y volcanes y bombas de doble trueno, pues la quema incluía un juego pirotécnico. La trama no termina ahí. Cuando el papel pintado se extinguió por completo, una escultura en metal fue naciendo entre los vestigios de la obra; estaba tratada de otro modo, era una germinación, un canto a la esperanza, a la comunicación humana, en medio de las cenizas del nuevo Judas y èsta la donamos al Colegio Universitario de Cartago que con mucho entusiasmo nos apoyò y nos prestò sus instalaciones para realizar esta actividad.
No podemos pasar por alto que vos conocés a fondo los secretos del color. ¿Cómo te sentís cuando pintás al óleo?
Es algo que me fascina. Cuando pinto al óleo puedo desarrollar muchos temas que no puedo hacer en escultura, y eso me maravilla: el desarrollo del dibujo; la versatilidad de la tela;. la diferencia con la escultura, pues ésta es tridimensional. Algunas veces los temas son semejantes a la escultura, aunque en muchas ocasiones también experimento y me topo con sensaciones enriquecedoras para mi propia investigación y trabajo de taller.
En qué pasaje se entrelazan el pintor y el escultor?
Creo que en el momento en que “descubro” la técnica del bajorrelieve. A partir de ahí aplico muchos recursos, mucho del trabajo de investigación que he desarrollado por años. Utilizo los conceptos de la escultura y la pintura. Con los rudimentos de la escultura llego a la pintura. Y es muy interesante hacerlo con la madera, ya que hago acopio de texturas, relieves, otros instrumentos...
De manera análoga a lo que sucede con la escultura y a la pintura, te interesás y te aficionás por los muebles como piezas de arte.
Si retomamos el tema del bajorrelieve, ahí está el secreto; ahí se integran la escultura y la pintura. Pronto asumo el reto y poco a poco voy integrando la escultura, la pintura, pero que tenga un fin útil. Que se pueda disfrutar, que tenga un sentido lúdico. Es en ese proceso que integro el diseño y van apareciendo muebles y móviles y algunos objetos que todavía no he podido descifrar, tampoco ponerles un nombre. A mí me interesa el concepto de “habitar la casa”; por eso es que en esta casa donde estoy hay libros y esculturas y pinturas, y también ahora quiero integrar la poesía a mi trabajo. Con Adriano Corrales planeamos hacer muebles con la metodología de la escultura, pintados y con un sentido poético, donde los versos se interrelacionen con el diseño. Estamos preparando el proyecto. No hay que dejar de explorar, de investigar y experimentar con la realidad, la cotidianidad.
En relación con el concepto de “habitar la casa”, los vecinos y quienes caminan frente al jardín de tu casa (a mí ya me ha ocurrido en más de una ocasión, pues en más de una oportunidad he conversado con ellos), se sorprenden de esas esculturas tamaño natural que están en el pórtico con aire sonriente y, colmados de buen humor, dan la bienvenida. Parece que dijeran: “adelante, usted está invitado...”
¡Ah, eso ha sido y es sorprendente! Es maravilloso observar a los niños hablando y riéndose con ellos. Es extraordinario que los vendedores de lotería y de “tiempos” crucen la calle y traten de hacerles una venta. Es increíble que los vendedores de “pati” se equivoquen y tengan un diálogo “surreal” con ellos. Cuando alguien se pierde o se extravía en el barrio, a pie o en taxi, la mayoría de las veces vienen a dar a la casa y, verdaderamente, resulta delicioso escuchar desde el taxi o desde la acera los gritos y preguntas. Son unos diálogos tan llenos de vigor, que a veces me asusto; te digo que es algo inaudito; más de una vez me ha parecido escuchar las respuestas de la “Tía”. Esas son las cosas asombrosas que nos concede el arte.
Leda Astorga
“Mis esculturas llevan el signo, la marca de la libertad”
Muestra gráfica:
Leda Astorga
Muestra gráfica
Muestra gráfica:
Matérika 1